Antonio Fumero

Antonio Fumero

I+D. Todo se puede solucionar con una cerveza fría.

Reparabilidad

En plena era de la obsolescencia programada, la circularidad requerida de una economía insostenible nos lleva al derecho a la reparación.

Me lo regaló el banco

No hace mucho me sorprendía recuperando un antiguo Compaq Presario C700 con una asombrosa facilidad para sustituir sus piezas así como para adaptar repuestos genéricos sin problemas.

Pacto Verde

Es muy probable que te hayas encontrado con la necesidad de acudir a algunos vídeos explicativos -típicamente de los chicos de iFixIT– en Internet para cambiar alguna pieza de tu MacBook de 2010, 2011 o 2012… o el iMac de 2009. En mi caso, hasta con un modelo 1,1 de policarbonato blanco de 2006. También es posible que seas un incondicional del servicio experto del Genius Bar en las antiguas tiendas de Apple, como le ocurría a mi amigo Adolfo; o que te hayas frustrado al no poder meterle mano a tu MacBook Air de 2015.

No hace mucho, incluso me sorprendía recuperando un antiguo Compaq Presario C700 (de los que “regalaban” los bancos por abrirte una cuenta hace ya más de una década) con una asombrosa facilidad para sustituir sus piezas así como para adaptar repuestos genéricos sin problemas. Ahora funciona perfectamente, una vez reacondicionado con 2GB de RAM y almacenamiento SSD de 250 GB gracias a un Pi OS Desktop (un Debian) que sirve para que mis padres descubran una ventana al mundo de Internet, desconocido para ellos con casi 80 años.

Imagen representativa de una mesa de trabajo de servicio técnico
Fuente: Unsplash - Joel Rohland

En cualquiera de los casos, desde Europa llegan buenas noticias para los consumidores y me he querido detener un rato en los detalles de un movimiento que tiene más sentido que nunca ahora que apenas empezamos a darnos cuenta de la que se nos viene encima con el cambio climático.

A finales de 2019, un 11 de diciembre, se publicaba la comunicación de la Comisión Europea (EC) sobre el Pacto Verde (The European Green Deal). En enero de 2020 ya teníamos un plan de inversiones. Justo antes de que la pandemia nos explotara en nuestras narices, a principios de marzo del pasado año se sucedían los hitos para sustanciar esa iniciativa: se abría una consulta pública sobre el Pacto Europeo por el Clima y se lanzaba una propuesta de Estrategia Industrial, así como un Plan de Actuación de Economía Circular.

Dentro de ese plan de actuación para mejorar la “circularidad” de nuestra economía post-industrial, cobraba especial relevancia la necesidad de medir -y por tanto mejorar- los niveles de reutilización, reparabilidad y reciclado de los bienes de consumo.

Ejemplo de sellos con el índice de reparabilidad en Francia
Fuente: https://www.indicereparabilite.fr/

Derecho a la reparación

Planteado en términos de sostenibilidad, se trata de “desacoplar” el crecimiento económico del consumo de recursos (naturales). Para conseguirlo, entre otras medidas, se proponen iniciativas para fomentar el diseño para la sostenibilidad, así como el empoderamiento de los propios consumidores y otros actores dentro del ciclo de vida de esos productos industriales.

En el plan de marras se menciona el compromiso explícito para desarrollar un “derecho a la reparación” en el contexto de los derechos de los consumidores, proponiendo incluso la revisión de la Directiva 2019/771, de 20 de mayo de 2019 y relativa a determinados aspectos de los contratos de compraventa de bienes, por la que se modifican el Reglamento (CE) n.o 2017/2394 y la Directiva 2009/22/CE y se deroga la Directiva 1999/44/CE; y considerando como prioritario en este sentido al sector de la electrónica de consumo y las TIC.

En un informe del servicio de estudios del parlamento europeo, fechado en septiembre de 2019, ya se señalaba que “Un estudio de comportamiento de 2018 sobre la participación de los consumidores en la economía circular mostró que el 64% de los consumidores siempre repara productos rotos o dañados. La principal razón para no hacerlo fue el alto precio de reparación, seguido de la preferencia por obtener un nuevo producto y la sensación de que el producto antiguo estaba obsoleto o pasado de moda. En cuanto a los servicios técnicos de reparación, especialmente independientes, a menudo se quejan de no tener acceso a repuestos originales, información técnica, software de diagnóstico y formación, ya que los fabricantes a veces los limitan a sus propios servicios postventa o certificados para una marca específica.

Con el comienzo del nuevo año, en enero de 2021, Francia se convertía en el país pionero introduciendo un índice de reparabilidad, obligatorio para ciertas categorías de productos de gran consumo entre las que encontramos móviles, portátiles, televisores o lavadoras. También encontramos iniciativas innovadoras en la misma dirección, como es el caso de Framework, que ha llevado el modelo modular de Fairphone al segmento de los portátiles.

Mano agarrando una llave inglesa

Es un pequeño paso, pero en la dirección adecuada, para un número cada vez mayor de personas y organizaciones que se unen a diferentes movimientos a lo largo y ancho de la vieja Europa para convertir las actuales regulaciones de Ecodiseño en un verdadero derecho a la reparabilidad.

e-Fumérides

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